
LINZA
Linza tiene una superficie casi plana, sin grandes montañas ni grandes ríos. El flujo del agua es lento y las nubes son extensas.
Nombre del planeta: Linza.
Composición: Planeta rocoso con manto de silicatos y núcleo ferroso. Sin actividad sísmica.
Superficie: La falta de actividad sísmica durante los últimos dos mil millones de años ha permitido que la erosión nivele gradualmente las superficies montañosas sin que surjan nuevas elevaciones. En la época actual, ningún sector de las masas continentales presenta una elevación superior a quinientos metros sobre el nivel del mar. En consecuencia, el ciclo del agua es lento; los ríos forman recorridos de alta complejidad porque el terreno generalmente llano permite múltiples trayectorias con diferencias mínimas de elevación. Gran parte de las masas de tierra es fangosa o pantanosa. La temperatura promedio es de 3 grados centígrados.
Formas de vida: En Linza, la vida surgió entre los depósitos de barro de los incontables ríos del continente suroriental. La bioquímica es de categoría estándar, con metabolismo basado en la oxidación del carbono.
Civilización: La especie inteligente desciende de un linaje de invertebrados con órganos internos semejantes a los de las medusas, aunque su locomoción en tierra ocurre por prolongación de pseudópodos a la manera de las amebas. La proporción de agua es de 82%, lo que produce un cuerpo traslúcido de superficie viscosa. Se ha logrado deducir que su forma de comunicación involucra gradientes de disolución de sales en la superficie de la piel, lo que modifica el índice de refracción de la luz que pasa a través del cuerpo. En términos corrientes, los linzanos pueden ver a través de sus vecinos, pero para hablar cambian de color.
Cultura: La especie inteligente exhibe un grado de tecnología muy rudimentario. Puesto que su fuente de comida es abundante en el ecosistema pantanoso donde vive, no ha enfrentado la necesidad de inventar la agricultura. Su estructura social está organizada de manera no jerárquica, con relaciones familiares igualitarias. Aunque hemos determinado que su manera de comunicación es abierta, con un fuerte respeto por la franqueza, nuestros investigadores todavía no han podido descubrir el proceso de su reproducción.
El planeta Linza
—Y bien, señor Culkin, de esto es lo que le hablaba: “la ciudad del futuro”.
—¿Esto? ¿Quiere usted que yo venda mis acciones en la Tierra, para invertir en… esto?
—Esto, mi querido Culkin, es el planeta Linza. A primera vista puede parecer algo simple, plano, pero créame, si usted hace el mínimo aporte, en un tiempo no muy lejano tendrá su vasija de oro al final del arcoíris, y tengo la certeza de que este arcoíris no tiene intenciones de terminar.
—¿Y cómo espera que le crea su aparente pronóstico, cuando no encuentro más que líquidos extraños bajo mi fina suela?, ¿en serio piensa que alguien, al menos alguien como mi gente, aceptaría trasladar sus empresas a este… lugar? Por no decir basurero.
—Y supongo que cuando se refiere a su gente habla de los terrícolas
—En efecto.
—No quiero sonar grosero y tampoco es mi intención juzgar a los habitantes de su planeta, pero no veo por qué serían superiores. Aquí la gente es transparente, cosa que es difícil de encontrar en su planeta, ¿no cree, señor Culkin?
—Y exactamente por esa razón no es conveniente traer la industria a un sitio como este. La economía no es economía sin algún tipo de jerarquización, algún mínimo interés por el poder y un tanto de avaricia. Los grandes negocios no surgen ante la plena luz. Es necesario a veces trabajar horas extra en lo oscuro de la noche, o dígame: ¿cómo cree usted que he monopolizado de tal manera mi planeta, señor Thompson?
—No sé cómo funcionen las cosas en su planeta, pero al menos en este la gente es justa. Como le digo, la transparencia es una de nuestras mayores cualidades. Si le he pedido su intervención es porque necesitamos apoyo extranjero para poder entrar en el Galaxy Forbes de este año. Les vendría bien a mis ciudadanos.
—Ya veo, y es claro por qué usted es distinto del resto. A veces puede abandonar su “transparencia”, ¿verdad, señor Thompson?
—A veces tenemos que hacer sacrificios. Supongo que usted me entenderá.
—¿Así esos sacrificios intervengan con los principios de su gente, y más aún, con los suyos y los de su familia?
—Mire, señor Culkin, tal vez sea mejor continuar nuestra charla de negocios en un rato. ¿Qué le parece si nos tomamos una taza de café?
—Le aceptaré ese café, suponiendo que es el proveniente de las exportaciones que hago a este… lugar.
—¿De dónde más podría ser?
—No lo sé. En ocasiones las comunidades con menos poder suelen creer que pueden imitar las producciones de los grandes.
—Pues si usted invirtiera en mi planeta, le aseguro que luego usted querría probar nuestro café.
—Bueno, esa es una razón más que me dice que invertir en su planeta es más riesgoso de lo que parece
—Ciertamente, señor Culkin, yo le recomen…
—Puaj, ¡qué repugnante!
—¿Qué le parece repugnante?
—¡Su planeta!, ¡su gente!, sus… cuerpos, si es que así se les puede llamar.
—¿Le molesta acaso, señor? Solo estoy tomando mi café.
—Bueno, como verá, en mi planeta, no es costumbre ver qué pasa con su café una vez que se ha ingerido. ¿Sabe de lo que hablo?
—Bueno, señor Culkin: primero, no está en su planeta, y segundo, se lo advertí desde un principio. Nuestra mayor virtud es la transparencia, como ya lo ha podido notar.
Thompson
Luego de esa acalorada charla, hospedé al señor Culkin en el sitio más cómodo que encontré, aunque se incomodase porque no contaba con… telesovir, tesevisor, telesi…, bueno, ya no recuerdo el nombre exacto de lo que requería, de seguro algún artefacto para calentar su extraña carne. Es curioso ver que le repugne nuestro cuerpo, cuando el suyo es capaz de cambiar de color. Supongo que el frío les enrojece la piel, pues desde que llegó sus manos no estuvieron de un color que no fuese morado.
Culkin
Era de esperarse que no tuvieran televisores, claro, ¿por qué los estúpidos linzanos tendrían algo como eso? Solo caminan, o lo que sea que hagan, dejando esa maldita sustancia viscosa a su paso. En verdad, si no estuviera decidido a invertir en este chiquero, mi suela no estaría pisando sus charcos de… quién sabe qué cosas estén hechos. Y ese café, ese maldito café bajaba a través de su garganta, como si no le importara saber que alguien lo estaba observando, que yo lo hacía. Al menos empaqué ropa abrigada; había oído que el frío en este lugar era insoportable. Supuestamente es así como sus repugnantes cuerpos de baba se mantienen sólidos sin que se derritan como un muñeco de nieve. Ciertamente los prefiero en pie; de lo contrario, tener que caminar encima de todo ese extraño fluido... antes prefiero cortarme los dedos uno a uno. Me pregunto si acaso cogen de alguna forma secreta, o si solo toda esa viscosidad del suelo se une y crea tan asquerosos seres. Es lo que oí antes de salir de la Tierra, pero preferiría que cogieran. Tal vez así dejarían de estar siempre tan… aburridos. Sus rostros me deprimen, y ni siquiera logro diferenciar quién es Thompson entre todo el resto. Podría ser cualquiera. Si no fuera por su húmeda corbata, habría tenido una charla de casi dos horas sobre negocios, seguramente con algún capataz o algo así. Bueno, supongo que tendré que dormir en el absoluto silencio, como todas las malditas calles de aquí. En serio, ¿ni un solo televisor? Ya veo por qué quiere Thompson que traiga mis dispositivos a este lugar. En fin, de nada sirve seguir renegando. Solo espero que ningún cuerpo de baba haya dormido antes aquí. Eso sería asqueroso, pues ni siquiera tienen una estúpida lavadora. Al diablo: será solo esta noche. Tendré la segunda reunión mañana y después podré llegar a casa a tomar una ducha con agua caliente y quizás me prepare unos pancakes. Sí, eso haré, mientras veo una película. Suena bien.
* * *
Para un visitante de la Tierra era difícil discernir cuándo empezaba el atardecer en Linza. Las nubes difuminaban la poca luz solar en un tenue brillo azulado que apenas variaba a lo largo del día. El atardecer, más que un momento, era todo un proceso. Distintas capas atmosféricas refractaban la luz a distintos ángulos y producían juegos sutiles de colores que los linzanos apreciaban como uno de los grandes deleites naturales de su mundo, pero a los ojos humanos parecía un juego de grises perpetuo. Para los linzanos, la poca capacidad de la visión humana era la razón de la ausencia de ventanas en el edificio de la embajada de la Tierra. Pero la verdadera razón era el aislamiento térmico. Los materiales de construcción disponibles en el suelo linzano no eran los mejores para mantener una temperatura ambiente cómoda para la población humana, y los arquitectos habían decidido eliminar todas las rutas posibles de pérdida de calor. El resultado era un edificio intimidante, una mole rectangular que sin rasgos distinguibles parecía mirar al mundo con aire de desafío. Muchos empleados de la embajada preferían dormir en el mismo edificio. Linza no había salido aún de la era preindustrial, lo que significaba que no tenía servicios de transporte público. Los linzanos habían logrado formar una red descentralizada de gobiernos locales sin haber desarrollado por su propia cuenta la tecnología de los metales. Sin herramientas ni decoración de metal, el paisaje urbano les parecía a los humanos insoportablemente monótono. Los linzanos habían domesticado el fuego, pero no lo necesitaban para comer. La noche linzana era quieta, silenciosa y gris. Pero si uno veía la noche con vista de linzano, las capas de nubes regalaban un espectáculo de matices que valía la pena admirar hasta que volviera el día.
* * *
Culkin
No puedo negar que al menos se duerme bien aquí, aunque la ausencia de ruido puede llegar a taladrar esos pensamientos que no suelo tener. En la noche pasé por dos momentos: uno que me hizo creer que estaba dormido por tener los ojos cerrados, y otro en el que finalmente ya no hacía nada porque en verdad me había dormido. Es extraño encontrar tanto silencio en un lugar que a veces es tan perturbador. Es difícil descifrar el objetivo de vida de los linzanos. No hay carros; las casas parecen muy… básicas; la arquitectura es extremadamente mediocre y poco ingeniosa. Parece que tuviesen fatiga de pensar en algo más, y eso que se describen como gente trabajadora, pero no veo que hagan mucho. Es una especie tan extraña que pensar en su mismo origen ya distorsiona mis esperanzas de que sea un buen día. En fin, será mejor que me prepare algo antes de reunirme con Thompson. Claro, si es que existe la comida en estas tierras, Me refiero a la buena, algo como un omelet, con queso puede ser, un pan integral con mantequilla y unas tiritas de tocino… Cómo extraño la Tierra. Y pensar que allí sentía pasarla tan mal. Venir a Linza me hace querer dos cosas. O bueno, en realidad tres: la primera es bañarme a cada momento. Siento que con cualquier paso estoy ensuciándome con algún líquido desconocido y espeso que se desliza por ahí por cualquier estructura o incluso en su misma gente, ¡puaj! La segunda es irme rápido de este planeta, puesto que no creo soportar más de tres días en este lugar, y la tercera es la Tierra. Este planeta me hace querer al mío, mi rutina, las cosas que tengo allí y no tengo acá, como el colchón que he comprado hace poco. Dos mil dólares bien invertidos. “Si es para un bien no importa que sean cien”, es lo que siempre digo. Cuando quise abrir la llave del agua para cocinar un huevo, vi que en el líquido pasaban algunas esquirlas musgosas de quién sabe qué, pequeños fragmentos que se diluían en el agua y la hacían ver de un tono verdoso que me asqueó por completo. Me pregunto si el café de ayer habría sido para camuflar el aspecto del agua, y ahora que lo pienso estaba bien bien oscuro, ¡iugh! Si se piensa a fondo esto es gravísimo, más que asqueroso. En lo poco que me queda de estadía en este lugar no pienso comer absolutamente nada. Buscaré a Thompson inmediatamente; necesito una explicación de tan desagradable suceso.
Thompson
Hoy he despertado ansioso. A pesar de que no me he llevado tan bien con Culkin, estoy seguro de que quiere traer sus objetos terrícolas a Linza. A veces se hace el duro, pero creo que eso es parte de ser humano: aparentar cierta resistencia cuando en realidad se es frágil o se tiene algún indicio de vulnerabilidad. Pero si eres vulnerable, entonces simplemente lo eres y ya está, ¿no? Creo que así debería ser. Después de todo, somos distintos. Bueno, en Linza no tanto, pero me refiero a cada ser vivo existente en el universo. No hay otro exactamente igual a mí, por ejemplo. Aun si fuese creado con mi apariencia de manera exacta, seguiría siendo otro porque no estaría ocupando mi lugar; por el contrario, estaría tomando un lugar que todavía no le pertenecía a nadie, y para ser sincero, preferiría… Uff, pero qué pensador me he despertado hoy. Creo que es por culpa de la ansiedad. Pensé en comer algo, pero en verdad no tengo hambre. Ha de ser por los nervios, aunque hace algunos días siento el estómago un poco revuelto. No hay mucha variedad de alimentos en Linza, pero nos gustan los pocos que hay. Además, es un gran incentivo para la creatividad, pues así los habitantes nos vemos obligados a buscar distintas formas de preparar un solo alimento para que no se vuelva algo tan monótono, como cuando cambio mi corbata roja por la azul, una decisión bastante drástica, de hecho, y un poco divertida: es como si fuese otro. Y la verdad es que podría serlo. Me llamaría Jeffrey, como e bisabuelo, o quizás Jeremy, como el tío que se derritió en agua hervida. Espero que al menos ahora se encuentre en un mundo mejor. Salí de casa esta mañana un poco más temprano de lo habitual. Hoy la paciencia no parece querer ayudarme. Necesito saber las intenciones de Culkin con Linza prontamente. Tuve la idea de ponerme la corbata azul mientras hablaba solo hace un rato y ahora espero que Culkin pueda reconocerme. Sería vergonzoso tener que volver a presentarme. Ya es la hora que acordamos para hablar de negocios y hasta ahora no lo he visto asomar por aquí. Tal vez se retrasó, o quizás ya olvidó que no tenemos esos llamados autos que son tan comunes en su planeta. Seguro estaba pensando en llegar a tiempo si hubiese sido transportado en auto, pero por ahora un guía es lo mejor que podemos ofrecerle. No me parece tan mal; caminar es un buen ejercicio para el cuerpo humano, o eso dicen. No quiero entrometerme en su forma de vivir; es suficiente con los problemas que demanda una población tan extensa como la terrestre. He llamado al edificio de la embajada de la Tierra, pero no me han sabido dar respuesta. Ya pasó casi una hora y no tengo razones de él. No sé si enfadarme o preocuparme, Linza no es un lugar con muchos peligros para un humano. Sé que en la Tierra la tasa de muerte aumenta y cada vez por razones más extrañas, pero aquí no sé qué podría haber pasado. Ni siquiera me es posible pensar en alguna especie de accidente. Creo que Culkin es audaz, igual que su gente, así que solo queda enfadarme. Es claro que esto es un incumplimiento. Quién sabe en qué cosas se haya ocupado. Sabía que no debía dejar tantas distracciones en la embajada. De seguro fueron esas almohadas.
* * *
Ayer Culkin fue visto por última vez ingresando en horas de la tarde al edificio de la embajada de la Tierra, seguramente para tomar su descanso. Al parecer, los horarios de los terrestres son inamovibles. De lo contrario, caen en un adormecimiento de ideas producto de la escasez de sueño. No sorprende este comportamiento. Es bien conocido en muchos más planetas en Cosmos Cero. Todo hasta el momento había sido normal. Me refiero a ayer, a la embajada, y a Linza. Como digo, hasta el momento, pues esta mañana, cuando Thompson se acercó enfadado al edificio donde se suponía que estuviera Culkin, se encontró en una situación desconcertante: el guardia de seguridad del edificio de la embajada había muerto. Yacía en un charco, con aspecto de mantequilla derretida. Se intentó mantener oculto el suceso, pero siempre hay maneras de llegar a oídos del pueblo, y esto no tardó mucho. En cuanto los linzanos empezaron a enterarse de lo que había pasado, empezaron a abandonar su estado común de transparencia y de repente la alteración y el temor reinaban.
Simplemente era algo para lo que nunca estuvieron preparados Desde el nacimiento del planeta no había ocurrido nada de tan grave magnitud. Esta era la primera noticia que lograba sacudir de manera abrupta a casi toda la población.
Thompson
¿Cómo pude confiar en Culkin? Debí saber sus intenciones desde el inicio. ¿Por qué alguien con tanto desprecio por un lugar entregaría sus avances, descubrimientos e ideas para intentar contribuir a la evolución de lo que él llama un chiquero? Pero no sé si sea de verdad mi culpa. No es nuestra costumbre juzgar a la gente. Yo, que siempre lo he dado todo por este planeta, ahora me hallo en una inmensa incógnita de la cual no sé cómo salir. Quiero llorar y no puedo. Mi gente está atemorizada, y con razón. Tal vez si logro comunicarme rápidamente con el astropuerto, puede que la nave de Culkin no haya despegado aún. Voy a interceptarle antes de que abandone el planeta. Tendrá que responder por lo que ha hecho. Y yo tendré que inventarme algo... nuestras leyes siempre se han cumplido; ¿cómo tener castigos? Algo se me ocurrirá.
Culkin
Luego de notar lo asqueroso que podía ser este lugar, cuando creía que ya era bastante, entre indignación e ira estaba bajando del edificio para salir a buscar a Thompson y exigirle las razones de la porquería que tuve que vivir esta mañana. No esperaba que me diera muchas explicaciones, pues nada en este lugar las necesita. Nadie cuerdo viviría en este barrizal por gusto, ni siquiera los linzanos. Seguramente detrás de esas caras pálidas e inertes esconden una gran depresión por la mala fortuna de haber nacido en un lugar como este.
Bajaba las escaleras rápidamente, pero alguien me detuvo y me dijo que había un problema con mi cuarto y que tenía que acompañarlo para revisar unos fallos. Intenté evitarlo, pero me tomó del brazo y me dijo que de verdad era urgente. Parecía algún tipo de electricista. Pensé que que quizás podía dejar para más tarde la charla con Thompson si aquel hombre realmente podría ayudar en algo a mejorar mi estadía en ese sitio. Cuando ya estaba abriendo la puerta para que pudiera revisar la falla, le pregunté qué iba a arreglar. Me dijo tranquilamente que pondría en su lugar algunas cosas de la calefacción y que luego iba a mejorar el sonido del televisor. Con el tono de voz amable y la promesa de tanas comodidades no me di cuenta de que algo anda mal hasta que cerró la puerta. Habría recibido gratamente la mejora de sonido, si tan solo existieran los televisores en Linza.
* * *
Hoy Thompson encontró una nota.
Algo que pocos saben es que los linzanos usan un lenguaje oral universal. Debido a su natural transparencia, tienen la capacidad de comunicarse con cualquier especie, entendiendo y haciéndose entender en el lenguaje propio de cada una. Pero cuando se trata de escritura, para evitar desinformación y mantenerse siempre im parciales, usan un lenguaje encriptado. Esa nota no estaba escrita por un linzano. Era sin duda de un terrestre, quizás Culkin, pero… una vez Thompson se enteró del asesinato del guardia de seguridad, corrió al edificio, porque en esos días el único huésped era Culkin. Obtuvo autorización para examinar la habitación y encontró el cuerpo de Culkin, con una cortada profunda alrededor del cuello y una nota en la frente que decía:
“Aunque Linza no sea el lugar que muchos esperan, es el lugar que me sirve. No solo Linza: también la Tierra, Iterum y muchos otros. Esto empieza apenas, y así como todavía no pueden encontrarme, tampoco lo harán hasta que yo quiera que así sea.”